Los ríos eran las autovías del pasado. Los puertos, los refugios del comercio y la comunicación.

A orillas del Nervión, la historia del río, la ría, el puerto y la ciudad de Bilbao se entrelaza de tal manera que se hace difícil descifrar sus orígenes. Aún así, se sabe que los primeros muelles de Bilbao tienen, al menos, 700 años. Desde entonces, el ir y venir de barcos, mercancías y pasajeros ha sido constante e ininterrumpido. 

La obra, desarrollada por Ferrovial entre 2016 y 2019, consistió en la fabricación in situ de 26 grandes cajones de hormigón armado de 46 metros de eslora, la generación de la explanada al abrigo de los bloques y la construcción de una escollera de 80.000 metros cúbicos y un dragado de 68.000 metros cúbicos de fondo marino para cimentar los cajones.  

Durante siglos, puerto y ciudad de Bilbao compartieron espacio, ocupando las orillas del río Nervión varios kilómetros tierra adentro, con el río ya casi transformado en ría y cercano a su desembocadura en el mar Cantábrico. Pero a finales de la década de los 80 del siglo pasado, un nuevo proyecto empezó a tomar cerca. Durante los años siguientes, el puerto cobraría vida y se desplazaría, abrazando el final de la ría y el principio del mar en lo que se conoce como el Abra Exterior, en los municipios de Santurce, Ciérvana y Guecho. 

Desde entonces, el puerto, ya alejado de la ciudad, no ha dejado de crecer y se ha convertido en el más importante del norte de la península Ibérica y uno de los más importantes de España. Desde que en 1992 se puso la primera piedra del Abra Exterior, las obras se han sucedido. Para una de las últimas ampliaciones fue necesario construir un gran espigón central de un kilómetro de longitud, que añadió 200.000 metros cuadrados de superficie a la dársena.