La alimentación saludable es una de las principales “herramientas” de prevención de enfermedades que tenemos y, por diversos motivos, cuando estamos en épocas de mucho trabajo, estrés, bajos de ánimo o preocupados, lo olvidamos. Ya no sólo se nos olvida, sino que podemos cambiar nuestro patrón de alimentación provocando, a su vez, que rindamos peor en nuestro día a día.
Debemos tomar conciencia de que las emociones, entre ellas el estrés, y la alimentación están íntimamente relacionadas. Algunas emociones pueden ser una de las causas de comer mal o en exceso, contribuyendo así a la obesidad, sobrepeso y demás problemas que afectan al cuerpo y a su funcionamiento y conlleva serias consecuencias.
El estrés puede dar lugar a distintos fallos en nuestro patrón de alimentación entre los que cabe destacar:
- Consumo elevado de productos ultra procesados, grasas y azúcar como golosinas, chocolatinas, bollería industrial, fritos, refrescos, etc. Alimentos muy calóricos, poco sostenibles y que no van a contribuir a las necesidades de nutrientes por parte de nuestro organismo dado que son “comida chatarra” y “sin calidad” nutritiva.
- Saltarse comidas importantes, como es el desayuno, por intentar compensar los excesos del día anterior, no parar para comer o comer delante del ordenador, y luego darnos un atracón y no tener hambre para la cena.
Como podemos ver, cualquiera de esos errores puede considerarse común en la mayoría de los empleados en situaciones de picos de trabajo y estrés. Al final caemos en el desorden, en la mala elección de los alimentos que componen nuestra alimentación, dando lugar a una falta de energía que nos puede pasar factura. Además de estas situaciones, caemos en un “hambre emocional” que nos lleva a buscar el “premio” o consuelo en la comida, dando lugar a una relación complicada con la alimentación.
¿Cómo podemos identificar el hambre emocional?
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EMOCIONAL |
FISIOLOGICA |
tristeza |
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Cuando nos entre hambre y vayamos a la nevera, te recomiendo que bebas un vaso de agua tranquilamente y pienses en una manzana. Si la manzana nos basta, es hambre fisiológica. De no ser así, sería un hambre emocional y lo ideal sería distraerte con otra cosa.

Un truco para ser conscientes de que tenemos hambre emocional es hacer un diario de todo lo que comemos y apuntar también las emociones que tenemos en el momento que lo estamos comiendo.
¿Qué conductas nos pueden ayudar a abandonar este hábito?
Nos ayudará a combatirlo o cambiar ese hábito:
- Hacer un menú semanal, eso nos ayuda a no despilfarrar la comida y elegir bien los menús. Lo ideal es saber lo que vas a comer y establecer horarios y ver qué estás comiendo de manera saludable. Elegir alimentos de temporada, contribuyendo a una alimentación sostenible.
- Elige alimentos saciantes. Por ejemplo, dentro de las frutas las que más sacian son: las manzanas, naranjas y plátano. Las sopas son aliados para cenas bajas en calorías o para empezar una comida.
- Las legumbres son saciantes además de nutritivas. Frutos secos, avena y cereales integrales, la patata y verduras como la zanahoria, nos saciarán bastante.
- Evita el azúcar. Trata de no tenerlo en casa y elegir opciones más saludables como yogures, fruta, etc.

Los 10 alimentos que debes incluir en tu dieta para evitar el estrés
- Hidratos de carbono complejos: aumentan la serotonina en el cerebro, (neurotransmisor relacionado con el control de las emociones). Incluye en tu menú granos integrales como la avena, quinoa, arroz, pan o cereales integrales.
- Elimina o reduce al máximo el consumo de alcohol. Interfiere tanto en el estado de ánimo como en el sueño.
- Bebe agua y elimina los refrescos.
- Limita o evita la cafeína. No consumas bebidas con cafeína. Pueden hacerte sentir tenso y nervioso, además de interferir en el sueño.
- Incluye frutas como:
- Plátano rico en triptófano, uno de los precursores de la serotonina. Puede ser un gran aliado para calmar el estrés y reducir la ansiedad.
- Frutos rojos como los arándanos, reducen el envejecimiento celular y calman el estrés.
- Cítricos ricos en vitamina C.
- Es importante que elijamos las frutas de la estación en la que nos encontremos. De esta forma, tomarás ese tipo de fruta en su mejor momento, repleta de vitaminas y minerales.
- Kéfir: dada la importancia que tiene la flora intestinal en el estado de ánimo y cómo puede verse alterada a causa del estrés, el kéfir en el desayuno puede ser uno de los grandes aliados para combatirlo. Se trata de un excelente probiótico que va a ayudarnos a mantener el equilibrio en nuestra flora intestinal.
- Vegetales de hoja verde: su alto contenido en vitamina A, C, E, así como su contenido en minerales como son el calcio, potasio, magnesio y fósforo, están relacionados en la regulación del cortisol, la hormona del estrés.
- Pescados azules: un ejemplo es el salmón, rico en ácidos grasos omega 3. Están implicados en la secreción de serotonina y reguladores del cortisol y la adrenalina.
- Frutos secos: un ejemplo son las almendras ricas en zinc, vitamina B, E, magnesio ayudan a minimizar los efectos del estrés y, además, son saciantes.
Es importante que nosotros ordenemos nuestro día a día teniendo un menú de comidas con alimentos de calidad y haciendo un consumo responsable de alimentos de temporada. Además, es vital incluir un equilibrio de proteína animal y vegetal, dando importancia a las verduras, incluyendo lácteos, granos integrales. Es decir, todos los grupos de alimentos de una manera equilibrada y reduciendo en la medida de lo posible los alimentos envasados en plástico.
Debemos hacer una compra ajustada a un menú saludable, pensada para toda la familia. De esta manera, estaremos contribuyendo a una alimentación sostenible y conseguiremos combatir el estrés gracias a la incorporación de alimentos implicados en la regulación de las hormonas del estrés, como es el cortisol. Así nos sentiremos mucho más saludables y ágiles, y rendiremos mucho más en nuestro día a día.
Un artículo de Leticia Garnica