Vista desde el aire, la Tierra de los lagos de Masuria parece una inmensa llanura salpicada. Es, también, un territorio antiguo, que acumula restos de glaciaciones prehistóricas.

Más de 2.700 lagos, unidos entre sí por canales y ríos, forman un complejo de agua y naturaleza que ocupa todo el norte de Polonia y se adentra en Lituania, llegando a rozar Kaliningrado. Una inmensa tierra al este del Vístula en el que las ciudades de los hombres parecen tener poco que decir.

Y, sin embargo, lo hacen. Cada una a un extremo, Ostróda y Elk controlan el distrito de Masuria. Allí, la ingeniería da forma al futuro, sin olvidar la historia de la tierra sobre la que se asienta. La nueva circunvalación de Ostróda y su conexión con la carretera S7, que suman menos de 20 kilómetros de longitud, son, de hecho, todo un hito técnico. Para su construcción fue necesario levantar 15 puentes, uno de los cuales está ya inscrito en el libro de los récords.

El llamado puente de Ostróda, o MS-3, construido por la filial de Ferrovial Budimex, es un viaducto especial. Se trata de un puente extradosado, una infraestructura a medio camino entre los puentes atirantados y los de viga cajón pretensada. Así, sus pilares se hunden en la tierra de los lagos, mientras sus tirantes parecen querer levantarlo del suelo.

En total, el puente de Ostróda salva una distancia de 677 metros distribuida en cuatro vanos. Dos de ellos alcanzan los 206 metros de longitud, un récord europeo para esta categoría de viaducto. Un récord que vale también para acortar distancias en Polonia. Con la nueva circunvalación, el tiempo de viaje entre Elblag, al norte de Ostroda, y Varsovia, en el centro del país, se reduce en más de 40 minutos.