La primera vez que el transporte ferroviario llegó a los Nuevos Ministerios, uno de los varios complejos gubernamentales de Madrid, sus usuarios pensaban encontrarse en una atracción de feria.

La curiosa estructura del primer túnel entre Atocha y Chamartín, en el que se incluía la nueva estación de Nuevos Ministerios y que parecía girar sobre sí mismo, le hizo ganarse el sobrenombre de túnel de la risa.  

Hoy, con 18 millones de viajeros al año, es uno de los grandes intercambiadores de transporte de Madrid. Inaugurado por primera vez en 1967, su última gran ampliación llegó con el siglo XXI. La reforma de la estación, en la que participó Ferrovial, la conectó con el aeropuerto por metro y la convirtió en el intercambiador que hoy da sentido a Nuevos Ministerios, en el que se encuentran ocho líneas de ferrocarril de cercanías, tres de metro y 10 de autobuses. 

La obra implicó la construcción de varios corredores de conexión ejecutados por Ferrovial para enlazar las diferentes líneas entre sí. Estos corredores están construidos en mina o galería, conectando puntos a diferentes profundidades y dando acceso a las varias opciones de transporte de Nuevos Ministerios. El intercambiador, que ocupa una superficie total de 36.000 metros cuadrados, ofrece además funciones de terminal aeroportuaria, permitiendo facturar equipajes ya en la estación. 

En su conjunto, Nuevos Ministerios dispone de nuevo bocas de acceso y se articula alrededor de un gran vestíbulo común, distribuido en dos plantas. Dispone de 36 grupos de escaleras mecánicas y 16 ascensores en total. Además, la galería más usada y larga, la que conecta con la línea 6 y a su vez con el aeropuerto, está dotada de 552 metros de pasillos rodantes.