Por una fracción de segundo, las escaleras parecen un espejismo. Las líneas se pierden tanto en las luces, como en los reflejos y la altura. Es sólo una sensación fugaz ya que las escaleras siguen ahí. Paso a paso, nos guían hacia las profundidades del palacio donde la música y el teatro toman forma y donde las exposiciones se sienten acogidas y las conferencias aprovechan al máximo la acústica.

El centro de congresos ICE Kraków se extiende en 37.000 metros cuadrados. Su perfil acristalado, que quiere recordar al casco de un barco, navega hacia el futuro de la ciudad polaca de Cracovia. Desde sus tres alturas observa también su pasado, simbolizado por los meandros del río Vístula y por la colina de Wawel, donde descansan los restos de los reyes de Polonia.

En su conjunto, el edificio tiene una capacidad total para 3.000 espectadores, dividida en tres salas de diferente tamaño, así como varios espacios multifuncionales. Su construcción se levanta sobre los cimientos de un edificio anterior y ha significado la remodelación de espacios emblemáticos.

Los patios de butacas de sus dos salas principales se debaten entre el amarillo y el rojo, una división que refleja también en la fachada del ICE Kraków. Su luminoso frente de cristal se va difuminando a medida que avanza hacia los laterales, donde los rectángulos opacos toman protagonismo, alternando las gamas de grises con rojos solitarios y focos de luz amarilla.

Desde la modernidad arquitectónica y la funcionalidad artística, el palacio de congresos se ha convertido en la punta de lanza de la cultura y los negocios de Cracovia. A su lado, mientras todo avanza, el Vístula sigue su curso tranquilo.