La autopista Lyndon B. Johnson, conocida en Texas como la LBJ, es un puzle de asfalto y hormigón.

Un universo de carriles y enlaces que se entrecruzan a diferentes alturas, de líneas rectas y curvas, paralelas y secantes que dan forma a uno de los grandes nudos de tráfico del planeta. La LBJ Express ha duplicado la capacidad de la antigua autopista LBJ, preparada para absorber las necesidades de tráfico de la ciudad de Dallas.

El proyecto se inició a finales de 2010 y se inauguró en septiembre del 2015, 3 meses antes de lo previsto, tras cinco años de construcción.

La autopista transcurre a través de 90 puentes, con intercambios de tres niveles. Para su construcción se emplearon 100 kilómetros de pilotes y 330 de vigas prefabricadas. Los 250.000 vehículos que la recorren a diario circulan sobre casi 600.000 toneladas de pavimento que dan forma a una carretera de nueve carriles por sentido, nueve que se multiplican en hasta 28 carriles en algunos puntos.

Una infraestructura histórica, que discurre sin pausa hacia el futuro.