Los puentes son la unión entre dos puntos.
De ser más específicos, podríamos decir que constituyen un atajo, un vínculo entre comunidades, una gran obra de ingeniería o, incluso, un elemento del paisaje. Todas estas descripciones hacen de ellos una estructura clave para el transporte.
Antes, su labor radicaba en salvar grandes distancias. Hoy, ante los retos a los que nos enfrentamos en el presente, podemos verla desde otro punto de vista: el de la sostenibilidad al garantizar una mayor fluidez del tráfico. Ya sea atravesando volcanes, como el viaducto de Erques, en el Teide; sobre tierras de lagos, como el puente de Ostróda, en Polonia, o recorriendo las líneas costeras en la autopista portuguesa, Norte Litoral. Estos viaductos se abren paso en el paisaje y nos conectan.